Fue el último viernes cuando el vocero presidencial, Manuel Adorni, sin ponerse colorado, había confirmado nuevas bajas en los contratos del Estado para el 30 de junio. Celebrando que cientos de familias se quedaban sin sustento, afirmó: "Habrá otra barrida y limpieza". De esta manera, el Gobierno avanzó con otros 2.300 despidos de trabajadores estatales en el marco de la permanente revisión trimestral que se propuso desde la asunción del presidente Javier Milei el 10 de diciem.bre. Si bien el fan del Age of Empire dijo no tener "el número definitivo" de despidos, precisó que apuestan a la revisión de más de 70 mil contratos.
En su ya no tan habitual conferencia prensa -estuvo metiendo algún que otro faltazo pese a que fue ascendido de rango hace un par de meses (ahora tiene jerarquía de secretario de Estado) consiguiendo un jugoso aumento de sueldo (pasó de cobrar 2.981.531 pesos a 3.282.709 pesos)- había señalado además que de esos 70 mil contratos en revisión, habían 23 mil que se dieron de baja y el resto seguían "en revisión permanente". "El objetivo es que permanezcan los que tienen una función válida, útil y que agregue valor y los que no, no tiene por qué quitarle un solo peso del bolsillo al contribuyente", explicó el vocero presidencial.
Pero como el pez, por la boca muere, ahora el bueno de Adorni deberá explicar algunos temas ligados principalmente a su función dentro del Gobierno, como el hecho de que decidió mudarse al segundo despacho más importante de Casa Rosada (el cual le pertenecía al ex jefe de Gabinete, Nicolás Posse, hasta que fue echado y que le correspondía a Guillermo Francos) para estar junto al lado de su jefa, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y por qué le comunicó a algunos de sus asesores que tiene en mente reducir la cantidad de conferencias de prensa que hace semanalmente, pasando de ser diarias a simplemente ocasionales.
Pero la pregunta más importante que deberá responder el vocero presidencial es por qué, si se está recortando el personal del Estado, quedó con alrededor de 101 empleados bajo su órbita. Resulta que este lunes, el Gobierno nacional convirtió al ex servicio de noticias Télam en la Agencia de Publicidad del Estado (APE), según oficializaron a través del Decreto 548/2024 publicado en el Boletín Oficial.
Según el comunicado, el organismo dejará de funcionar "tal como ha sido creado originalmente, en las actividades de servicios periodísticos y como Agencia de Noticias", y sufrirá modificaciones para "alinear sus operaciones con un nuevo enfoque estratégico de la sociedad" como Agencia de Publicidad y Propaganda. Para Milei, concentrando los recursos de esta "nueva" empresa "ofrece mayores oportunidades de crecimiento y rentabilidad a largo plazo" dentro de la economía del país.
De hecho, el texto oficial señala lo siguiente: "La Agencia de Publicidad del Estado Sociedad Anónima Unipersonal (APE S.A.U.) tendrá por objeto operar como Agencia de Publicidad y Propaganda, entendiendo en la elaboración, producción, comercialización y distribución de material publicitario nacional y/o internacional, tanto dentro del territorio de la República Argentina como en el exterior, en su carácter de Agencia de Publicidad".
Mientras Diego Chaher, interventor de las empresas estatales, que depende del vocero, firmará dos resoluciones que marcarán el inicio del cierre de Télam y evaluará si la nueva empresa podrá funcionar en el histórico edificio de la calle Bolívar, lo que no adelantaron desde el Gobierno, al menos no de manera oficial, es que Adorni sumó a más de 100 personas en su equipo.
Sí, el mismo funcionario que más veces usó, antes incluso de ocupar la función pública, el mote de" ñoqui", "planero", "mantenido" o "vago" tiene un centenar de personas trabajando para él, sin mencionar a que toda su familia ya labura para el Estado. El caso de su hermano, Francisco Jorge, que cobra 4 millones de pesos ejerciendo como auditor de la cartera que conduce Luis Petri, el caso más famoso.
Manuel Adorni hoy es el vocero presidencial, pero tiene jerarquía de secretario de Estado y cobra mucho más que un simple portavoz. De esta manera, él está a cargo de la subsecretaría de vocería y comunicación del Gobierno de la Nación. Entre marzo y junio de este año, se diagramó la estructura de esa vocería de tal modo que todavía quedan cargos por cubrir. Sin ir más lejos, hace un par de meses atrás, una dependencia privada en donde se efectúan análisis para riesgo de trabajo, se había llenado, durante dos semanas, de chicos que se acercaban a hacerse el preocupacional y en ese lugar lo que planteaban era que iban a laburar en un área de presidencia.
Muchos de ellos, que están relacionados con el área de las redes sociales, son los que ahora integran el equipo de Manuel. En simples palabras, son los trolls que antes estaban por fuera de la estructura y que ahora fueron absorbidos por la subsecretaría de vocería. Los cargos van desde directores pasando por coordinadores hasta asesores, y en este momento contratadas por orden de la Subsecretaría de Comunicación y de Vocería de Presidencia hay 101 personas. El sueldo promedio, al mismo tiempo, ronda el millón y medio de pesos, y, promedio, están entre un 70 u 80% por encima de lo que cobran otros trabajadores en otras áreas de la Presidencia.
Como si esto fuera poco, muchos de estos trabajadores cumplían otros roles en otras áreas del Estado que fueron disueltas y absorbidas por la subsecretaría de vocería, y a todos ellos se les retocó el sueldo acorde a estas nuevas unidades retributivas que perciben. Dentro del ámbito de la subsecretaría de comunicación que coordina Adorni, la dirección general de transmisiones presidenciales, que está en manos de Juan José Maderna.
De esta manera, para transmitir un acto presidencial se requiere que haya un director general a cargo del área y la maneja el propio Maderna. La dirección general de actividades presidenciales está a cargo de Cecilia Armando, que ya estaba en la Secretaría de Prensa con el gobierno anterior, la mandaron a la ARSAT y ahora fue nombrada como directora general de actividades presidenciales. Dentro de la estructura de Adorni también se ubicó Ian Lionel Vignale, que quedó a cargo de la Dirección Nacional de Vocería y Comunicación Directa. Tiene a cargo la Dirección de Renovación y Nuevas Tecnologías, que tiene una titularidad que todavía está vacante.
Esto quiere decir que hay 101 personas integrando vocería y faltan agregar más. Mientras tanto, despiden persona. Leandro Martín Leiva Nostas es el Director de Comunicación de la Vocería, dentro de la estructura de Vignale. Leiva Nostas tiene además otra subdirección a cargo de coordinación de contenidos de activos digitales y coordinación de monitoreos y métricas. Básicamente analizan cuántos retuits o cómo le fue en rendimiento a los cientos de tuits que hace Milei semanalmente. Juan Pablo Carreira (Juan Dee), un viejo amigo libertario que tiene bajo su órbita la Dirección Operativa de Comunicación Digital.
Lo llamativo ers que Accavallo tiene bajo su control dos subdirecciones: la Coordinación de Gestión de Comunicación Digital, que la maneja un tal Iván Gabriel Gómez, y la Coordinación de Administración y Logística que maneja Malena Elizabeth Baró, los cuales a su vez tiene gente a su cargo. Florencia Magalí Domingo Sánchez asumió como Directora Nacional de Planificación y Seguimiento de la Subsecretaría de Vocería y Comunicación de Gobierno de la Secretaría General de la Presidencia. De eso depende la dirección de campañas, a cargo de Javier Nicolás de Iprixito, y la coordinación de seguimiento de la campaña.
Pero esto no se queda ahí. Entre las cabecillas de Adorni se encuentra Pablo Eduardo Lamón, que pasó de alquilar autos a actual coordinador de gestión de la Dirección Nacional de Publicidad Oficial, que hasta que deje de funcionar Télam no tiene razón de ser. Finalmente, la Dirección de Realización Audiovisual quedó a cargo de Santiago Oría que tiene a la vez dos coordinaciones, la de postproducción, a manos de Santiago Gregorio Pacheco y la de contenido audiovisual, a cargo de Nicolás Antonio Recart. Otra curiosidad es que Pacheco está registrado en AFIP como servicio gastronómico, una profesión lejana a su actual rol.
