Todo parecía caído hasta que las Fuerzas del Cielo obraron el milagro. Guillermo Francos se puso al frente de las negociaciones con la vicepresidenta, Victoria Villarruel, y ablandó -a fuerza de rosca, billetera y cambios en el texto de la ley- a los más reticentes. Todos respiraron aliviados.
Así fue que, tras largas horas de tensión, el oficialismo (que no contaba con las firmas para alcanzar dictamen para la Ley Bases) decidió pasar a un cuarto intermedio sin fecha. La maniobra buscó estirar los tiempos para conseguir las 28 voluntades que destrabaran la posibilidad de llamar a sesión la semana siguiente. Pero apareció el flamante jefe de gabinete con promesas y billetera suelta. Más que Fuezas del Cielo, la gracia del sueldo.
El dictamen que se cocinó en los despachos, alejado de las formas tradicionales (se debe dictaminar en las comisiones), aparecerá en las próximas horas. El oficialismo quiere sesionar el próximo 12 de junio, pero tiene un problema: el texto está lleno de firmas en disidencia. Aunque en La Libertad Avanza están "hartos" de la oposición porque dicen que "le corren todo el tiempo el arco", deberán seguir negociando. A diferencia del verano, Francos entiende que vale más una ley deshilachada que un nuevo fracaso legislativo.
El estilo dialoguista y conciliador del nuevo jefe de gabinete contrasta con el presidente Javier Milei, que no quiere hablar con nadie ni mucho menos negociar. El fracaso de la Ley en febrero se debió fundamentalmente a esa intransigencia. Esta vez las cosas fueron distintas. Francos se reunió en el despacho de Villarruel con los díscolos y cedió ante sus pedidos. El presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, y el jefe de la bancada libertaria, Ezequiel Atauche, quedaron pintados al óleo. La nueva política no resuelve.
El acting de los duros se licuó en media hora. Así el santacruceño José María Carambia logró que se subieran de 3% a 5% las regalías mineras. Había arrancado pidiendo 15%, pero con 5% lo neutralizaron. ¡Carambia, adentro!. La senadora del Pro Guadalupe Tagliaferri, que se encerró durante toda la tarde en su despacho para no recibir más presiones, exigió que los cambios sean respetados en Diputados y Franco aceptó. ¡Otra firma adentro! El entrerriano Edgardo Kueider se llevó un pergamino de promesas para su provincia y dijo que firmará en disidencia.
LA PATAGONIA SUMISA
Las negociaciones se habían iniciado más temprano con un cambio que destrabó los votos de al menos seis patagónicos que responden a sus gobernadores: el 22% de aumento para las alícuotas del Impuesto a las Ganancias en la Patagonia. También sufrió cambios el RIGI y se confirmaron más restricciones al blanqueo de capitales.
Unión por la Patria puso el grito en el cielo porque toda la maniobra se llevó adelante en opacos despachos. El salteño Juan Carlos Romero, aliado clave para sumar voluntades, habilitó la jugada y arengó que ya se hizo con el pliego del embajador argentino en Israel, Axel Wahnish, que no sumó los apoyos durante la reunión de la comisión de Acuerdos pero se logró luego con la intervención de la canciller Diana Mondino.
Los adalides de la anti política cayeron en todos los vicios de la política tradicional: promesas de Aportes del Tesoro Nacional, habilitación de obras a cuentagota, el uso del reglamento al fleje: todo aportó para conseguir las voluntades que faltaban. Las firmas en disidencia presagian que los senadores apoyarán en general la Ley y votarán en contra de determinados artículos. Martín Lousteau, presidente de la UCR, presentará su propio dictamen. Se dobla pero no se parte.
En las próximas horas debería aparecer el dictamen final, y la misma suerte corre el paquete fiscal. Como en febrero, el oficialismo celebra un texto que nadie vio. La nueva vieja política está de vuelta e irá por su primera Ley el 12 o 13 de junio. Serán días arduos para Guillermo Francos. La desesperación avanza.
