Al día siguiente de ganar las elecciones, el presidente de la Nación anunció: "El único ministerio con la billetera abierta es el de Capital Humano". Lo que nunca dijo es abierta para quién o para qué. A los escándalos por los alimentos arrumbados en un galpón y a la corruptela de los sobresueldos se le suma otra, más vinculada a lo cotidiano: no hay un mango.
Y la frase anterior no se refiere al slogan que enloquece a los libertarios y que fue celebrado por una porción de la sociedad ("No hay plata"). No hay un mango porque no lo largan: dinero que estaba previsto para pagar sueldos o la tan mentada Tarjeta Alimentar no está saliendo de las arcas de la cartera liderada por la jaqueada Sandra Pettovello.
A un comedor de Avellaneda que alimenta a 2.500 personas por día resolvieron no bajarle más alimentos. Desde diciembre que Nación no destina ni un paquete de arroz para las personas que se acercan al lugar. Y que tienen hambre. Con inspecciones periódicas (y todas aprobadas), este comedor es de los que sí calificó para recibir la Tarjeta Alimentar. Pero con un detalle: se la enviaron sin saldo y sin miras para cargarle plata. Es decir: solo le enviaron un plástico y una nota con un "Hasta la vista, baby".
Primero fue un mail: "Buenas tardes, le informamos que su tarjeta ha sido habilitada exitosamente. Sin perjuicio de ello, respecto al usuario de la plataforma web, la generación de su usuario y la acreditación de saldo quedarán "pendientes" hasta tanto se complete el proceso de firma del convenio pertinente, cuyo trámite administrativo se encuentra "en proceso" y, finalizado dicho trámite, le notificaremos por este medio. Cordialmente, Alimentar Comunidad". Y le dan las instrucciones para retirarlas en la sucursal del Banco Nación que le corresponde. Con saldo "pendiente".
La responsable del comedor explica: "Los llamé y me dijeron que apenas tengan firma van hacer los convenios. Ellos tienen un fondo disponible por la emergencia alimentaria donde no están diciendo qué hacen con el dinero destinado a las instituciones". Por lo pronto no se lo cargan a la Tarjeta Alimentar.
Otro de los casos donde se nota la impericia del ministerio de "billetera abierta" se da con contratados en centros culturales. Gabi tiene 19 años y comenzó su carrera laboral con las pasantías estipuladas con los colegios secundarios. Durante la gestión anterior, quedó asignada a uno de los centros culturales, y luego fue contratada y en relación de dependencia.
Cuando asumió la gestión libertaria le cortaron el contrato pero con la promesa de volverla a contratar cuando se requiriera su trabajo (NdR: alguien tiene que trabajar, muchachos, no es joda). Y eso sucedió en mayo pasado. Le firmaron un contrato trimestral duradero por mayo, junio y julio. Con monotributo a cargo de ella, claro.
Más allá de las acusaciones cruzadas que se hacen entre ellos. Mucho más allá de las internas libertarias. Con alimentos vencidos, con comida encanutada adrede. Con corrupción y sobresueldos. Yendo a una cueva para cambiar a dólares la guita que nos roban. A todos esos aspectos (que la ministra Sandra Pettovello primero negó, luego desconoció y ahora se conduele) hay que sumarle que no hay firma interna dentro del ministerio para hacer andar el engranaje del Estado. En el medio, los más necesitados.
